30 Y pasados cuarenta años, se le apareció un Ángel(A) en el desierto del monte Sinaí, en la llama de una zarza que ardía(B). 31 Al ver esto, Moisés se maravillaba de la visión, y al acercarse para ver mejor, vino a él la voz del Señor: 32 «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob(C)». Moisés temblando, no se atrevía a mirar.

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